La noche de martes de 29 de Mayo de 1951 el dibujante Carlos Salinas Chávez recibió al pintor guadalupanista Luis Toral González en su
despacho de la calle de Tacuba de la capital de México. El objetivo era estudiar una fotografía en blanco y negro sin retoque alguno del
busto de la Santísima Virgen de Guadalupe tomada directamente del original y al tamaño natural por el fotógrafo Jesús Castaño Willelmi.
El pintor Toral examinó por varios minutos la fotografía y cedió el turno al dibujante que con una pequeña lupa concentró su atención en el
rostro. Al llegar a los ojos descubre que en la córnea transparente en la región del iris se haya estampada en ambos ojos la figura del
busto de un hombre. En ese momento Salinas tuvo ese privilegio no otorgado antes a mortal alguno en los 420 años transcurridos desde la
aparición de la imagen. Inmediatamente después el pintor corroboraba el descubrimiento.
En el mecanismo normal de la visión trabajaron dos oftalmólogos: Purkinje de Bélgica y Sanson de Francia. Trabajaron separadamente y luego
se unieron para formar este esquema que ya es universalmente aprobado por todos los oftalmólogos.
Desde la noche de su hallazgo, hasta el momento de su muerte, 30 años después, Salinas trabajó incansablemente para lograr la investigación
científica de su descubrimiento. Tras muchos esfuerzos consiguió la autorización de las autoridades eclesiásticas y después durante
innumerables veladas llevó a pintores investigadores científicos y sobre todo oftalmólogos a estudiar los ojos de Santa María de Guadalupe.
Años después publicó su primer libro con el testimonio de 11 de los más reconocidos oftalmólogos, todos dieron fe por escrito que de acuerdo
con las reglas de la Sanson – Purkinje se ve el reflejo de un hombre barbado en ambos ojos de la Guadalupana.
Varias son las conclusiones que se derivan de éste estudio maduro y científico, hecho por especialistas. No se conoce ningún cuadro en el
mundo que realice éstos reflejos en los ojos, de acuerdo con las leyes ópticas de Sanson – Purkinje.
Este estudio en las figuras de los ojos de la Virgen que permaneció oculto por más de cuatro siglos, muestra con los medios científicos de
la actual tecnología, una prueba más de los muchos milagrosos mensajes que encierra el ayate de Juan Diego.